martes, 14 de octubre de 2008

LA POSIBILIDAD DE UNA ISLA

Hoy me lo ponen a huevo, ¡por fin! Quizás no iba yo tan desencaminado: ha hecho falta que suba la Bolsa para que aparezca una Contra con "chicha". ¡Qué haríamos sin papá Estado! En realidad, esta crisis va a cambiar muchos conceptos: podemos, por ejemplo, dejar atrás el consabido "Hacienda somos todos" para pasar a "la Banca somos todos", y que le den al tal Smith y a sus invisibles extremidades, que han resultado ser más bien negras. Ayer bromeaba con un cubano de mi barrio diciendo que no va a escapar nunca de Fidel, cuyo rostro pronto aparecerá en los billetes de Euro con esta nueva moda de patrocinio público universal*. Tanta guerra fría para acabar así…
Bueno, me estoy yendo por los cerros de Úbeda (¿qué narices será un cerro y dónde coño estará Úbeda?) Al grano: titula hoy La Contra "Mejor ser infeliz solo que en pareja". No, no me han entrevistado a mí, sino a un señor felizmente casado, lo que tiene mucho más mérito. En estos momentos tan delicados de mi vida en que parten al exilio no pocos amigos, a Murcia, Buenos Aires e Ibiza, o al interior de vacuas relaciones, de un mundo feliz o de una botella de whisky, me gusta sentir algo de apoyo en las frías noches al pie del cañón. La verdad, estimados colegas, os entiendo. Y nuestro personaje de hoy también: "Esa es una situación desesperada [ser infeliz en pareja], pero no lo saben porque tienen miedo de la soledad, y ese es uno de los grandes problemas del ser humano: el miedo a la soledad". La soledad… Cuántas veces habré escrito esta palabra en los últimos tiempos (también "identidad", cuya búsqueda me parece un buen remedio para soportarla, como escribir, fumar, leer, cocinar, pensar, charlar, emborracharse, cada cual sus aficiones).
Pero bueno, no nos pongamos tristes, que ya volvemos a tener pasta. Me hace mucha gracia, porque ahora que los números recuperan el color verde sale a relucir la famosa ética, otra de las grandes hipocresías de nuestro estimado mundo. Vienen a decirnos que no se puede tolerar que nuestros dineros pendan de las maniobras de los especuladores, que debemos cambiar las conciencias inversoras, y trabajar, trabajar mucho y bien. Como chinos, nunca mejor dicho. Señores, yo creo que es demasiado tarde. ¿Cómo le explicas a un chaval que tiene que trabajar por un sueldo de miseria (en España, un 35% por debajo de la media europea, datos de hoy) cuando todo lo que admira está bañado en oro? No va a colar. El presagio houellebecquiano de una paulatina ola de suicidios generalizados me parece bien plausible, se alargue o no la famosa crisis. Un buen remedio contra la soledad. Tranquila mamá, si es que lees esto algún día: escribir es una prueba indefectible de mis ganas de compartir, de vivir.
(Véase Julio Cortázar, Fin del mundo del fin, y todo lo demás, claro.)
* Me acabo de enterar de que la broma ya está hecha, pero con Marx. Hay tanto pensador suelto...

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