martes, 2 de septiembre de 2008

BENTA DE IELO

Hoy la cosa va de ciencia dura y a mí estas cosas se me escapan. No es que tenga nada en contra de la ciencia -mi felicidad parece depender de sus frutos-, pero como actividad me aburre: pruebas, pruebas y más pruebas para ver si las conclusiones satisfacen o no la hipótesis. Un rollo. A mí lo que me pone es la estupidez humana, a prueba de microbios.
Pero bueno, el deber es el deber. El médico expatriado protagonista de nuestra Contra cuenta que ha descubierto la proteína (P53) encargada de obligar a las células a morirse, aunque a la vez activa otros genes para proteger a la célula de la muerte. Así, que una célula viva o muera se decide por una serie de estímulos contrapuestos. Como bien apunta el científico: "La vida es un sutil equilibrio". Lo ha bordado, pero esto no es ciencia, digo yo; a mí me parece muy filosófico.
Como la Contra del día no me inspiraba, pasé a Quim Monzó, que dispara sin hacer demasiadas pruebas. Cuenta que proliferan en nuestras calles los anuncios con faltas flagrantes ("benta de ielo"). Está claro: yaman l'atensión (me moría esta mañana con su ejemplo de un cartel que rezaba: "Niñas de 9 a 14 años. Pantalones de putilla", por "puntilla", como precisó la encargada del comercio trangresor). Todo por la pasta. Así -como la vida misma-, la lengua, esa herramienta que permite que a uno le entiendan cuando llama "imbécil" a otro, se encuentra también en el sutil equilibrio de enfermar o medrar al son de los genes.

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